lunes, 19 de septiembre de 2011

Eucaristía y memoria colectiva


El sociólogo francés Maurice Halbwachs, fallecido en 1945 en el campo de exterminio de Buchenwald, formuló la teoría de la memoria colectiva, según la cual solo recordamos lo que tiene sentido en el grupo en el que vivimos. Para explicar esta teoría, un profesor refería el experimento que se hizo con unos zulúes, un pueblo de Sudáfrica de hombres famosos porque dan unos grandes saltos verticales, y también por su memoria fabulosa: son pastores, tienen rebaños de miles de vacas y las conocen una por una. Llevaron a unos cuantos zulúes a Londres y durante unos días los pasearon por la gran ciudad. De regreso a su tierra, les preguntaron qué recordaban de Londres, pero no recordaban nada, porque todo era tan distinto de su cultura que no habían entendido nada. Mejor dicho: una sola cosa recordaban, el gesto de los guardias urbanos dirigiendo el tráfico, porque es como ellos se saludan.

La Eucaristía es algo más que una devoción individual. Es un acto de memoria colectiva, en cumplimiento del mandato de Jesús de repetir en memoria suyo lo que él hizo por nosotros. Si prevalece el individualismo, no entendemos la dimensión comunitaria, la olvidamos, y los textos litúrgicos que siguen proclamándola nos resbalan.

Como decía san Pablo a los Corintios, formamos con Jesucristo y entre nosotros un solo cuerpo, porque participamos del mismo pan, y el cáliz de bendición que bendecimos es comunión con la sangre de Cristo. El no cesa de enviar a la Iglesia su Espíritu, y lo hace sobre todo por medio de la Eucaristía. Todas las plegarias eucarísticas terminan con la epiclesis o invocación del Espíritu Santo, pidiendo que, a todos los que comulgamos del mismo pan y del mismo vino, nos una en Iglesia por la caridad. El Vaticano II afirma que “ninguna comunidad cristiana se puede formar si no tiene por raíz y quicio la celebración de la Eucaristía (Presb. ord. 6). Por eso decía el P. De Lubac: “La Iglesia hace la Eucaristía, pero la Eucaristía hace la Iglesia”.

Si cuando celebramos la Eucaristía olvidamos su dimensión comunitaria, hemos perdido la memoria colectiva cristiana y estamos en la misa como aquellos zulúes en Londres.

Hilari Raguer

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